En consecuencia, la orden del Cuartel general del Führer de no evacuar Rostov bajo ningún concepto y de defender las posiciones capturadas hasta el último hombre nos impactó como un rayo caído del cielo. En diciembre de 1940, el Führer firmó la Directiva n.º 21, denominada «Operación Barbarroja», donde se declaraba la invasión relámpago de la Unión Soviética, que debía ser aniquilada, teóricamente, en una sola campaña de apenas un par de meses. Las dotaciones también sufrieron la fatiga resultado de avanzar sin descanso durante varias semanas seguidas al comienzo de la invasión. Durante el Segundo Imperio, Eugenia de Montijo, esposa de Napoleón III, introdujo la moda de la superposición de faldas, sostenidas por aros de hierro, con volantes y pliegues en cuello y mangas. Las campañas napoleónicas difundieron la moda francesa por toda Europa, con diversas peculiaridades, como la moda egipcia, que se difundió tras la campaña en Egipto de Napoleón.
También destacó por sus campañas publicitarias, de tono algo provocativo. También tenía una línea de lencería de tono romántico. Ralph Lauren destacó en los 1960 con su life style, una línea de inspiración inglesa pero más refinada, mientras que en los 1990 triunfó con su sello american dream, aunando confort y elegancia, como en sus famosos polos. Se valoraba cada vez más la funcionalidad, el uso de una vestimenta que, sin renunciar a la elegancia, fuese práctica. También fomentó el uso de la fotografía para difundir sus creaciones, que poco a poco fue sustituyendo a las ilustraciones. De igual manera, la Guerra de Independencia española difundió la moda castiza en el resto del continente, como el uso de la capa española, la mantilla, la peineta y el abanico. En moda femenina, las faldas se acortaron y apareció la minifalda; también empezaron a usar pantalones como los hombres y surgió la moda «unisex». También estuvieron de moda la americana cruzada, la trinchera y los pantalones anchos, así como, entre los accesorios, los pañuelos de seda de Hermès y los bolsos «estilo sobre». En moda masculina se pusieron de moda los pantalones largos (sans-culottes), así como un tipo de casaca llamada carmagnole.
Este artista combinaba decorados y vestuario en un todo integrado, con diseños dinámicos y exuberantes que destacaban por sus atrevidos estampados de inspiración preferentemente oriental, aunque también bebía de otras fuentes, como la Grecia clásica, África y el folklore ruso. Sin embargo, su propuesta no fue bien recibida y fue objeto de burla y alboroto, aunque entrado el siglo XX su diseño de falda-pantalón fue adoptado para montar en bicicleta. Aunque popularizado por Bloomer, el diseño del traje fue obra de Elizabeth Smith Miller. ↑ Que como se ha visto había sido popularizada por la sufragista estadounidense Amelia Bloomer, de tal forma que la falda-pantalón fue conocida también como bloomer, también calificada como bombachas no del todo correctamente. Incluía un corsé con ballenas y una pieza para el estómago (pièce d’estomac), que proporcionaban una forma del tronco como cono invertido. Surgió la línea A, con una hechura de forma acampanada, de cintura estrecha y vientre ancho. Hacia 1840 se fue estrechando aún más la cintura con refuerzo de ballenas.
Para el talle de cintura se usaba de nuevo el corsé, con ballenas de madera o marfil en la parte delantera y encaje en la trasera. Las mangas eran hasta el codo, estilo pagoda, ensanchadas en los puños con engageantes, unos volantes de encaje o muselina. Entre los complementos, destacaban las medias de seda, guantes, sombrillas y abanicos. En esta época estuvo de boga en Europa la moda inspirada en España, en los trajes castizos, de majas y toreros, especialmente las capas españolas para hombres y las mantillas, peinetas y abanicos para mujeres. Se dio sobre todo en Inglaterra, asociado a la costumbre del grand tour, el viaje que todo caballero de alta sociedad realizaba por Europa para completar su formación. En la segunda mitad del siglo nació la alta costura, cuyo concepto se atribuye al diseñador inglés Charles Frederick Worth. A finales de siglo se pusieron de moda los jerséis (o suéter, del inglés sweater), un género de punto originario de la isla de Jersey —de ahí su nombre—, usado inicialmente para atuendos deportivos.